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TEM, La evolución de la conciencia

noviembre 28, 2013

 

La evolución de la conciencia        11-07-09

Estos párrafos describen el movimiento de la conciencia

en su maduración y evolución hacia una espiral de aprendizaje

Al nacer, los mamíferos abandonamos en estado inmaduro, un mundo de provisión constante de calor, alimento y oxigeno: el útero materno. Esta provisión pasa a ser discontinua y relativamente azarosa desde la percepción del neonato lo que desencadena una brutal respuesta organísmica: MIEDO.

En los mamíferos el grado de inmadurez al nacer varía según la especie, y en todas podemos observar al miedo como el primer organizador de las respuestas  ante la carencia. La especie humana es la más inmadura al nacer, esta característica le permitirá luego tener respuestas más creativas y adaptativas según el contexto.

La madre intenta satisfacer al bebe con incesantes cuidados, pero nunca logrará  alcanzar el estado intrauterino de satisfacción constante.

Durante los primeros meses de vida, el niño registra como un ataque esta falta de concordancia entre los cuidados maternos y la perfección del estado uterino. Ante la incompletud, las frustraciones y sus urgentes necesidades, siente vulnerabilidad extrema y miedo a ser destruido. Percibe al mundo en forma pulsante y polarizada, como una amenaza cuando no está satisfecho, y como un edén recuperado cuando se sacia.

Al promediar el octavo mes de vida, el humano completa el desarrollo de su sistema nervioso y logra integrar en su percepción las experiencias de frustración y satisfacción que antes vivía como separadas y polares. Cuando percibe integralmente que su madre proveedora es la misma que también lo ha frustrado, teme al abandono como retaliación por haberla atacado.

Ambas maneras de percibir el mundo

serán alternantes en el futuro de este ser,

dependiendo de su estado de integración

y lo apremiante de las circunstancias.

Ciclos de supervivencia

Estos modos diferentes de organizar la percepción son las matrices de nuestro psiquismo temprano.  A partir de la manera como percibimos organizamos dos tipos de conductas posibles como respuesta.

Existe una primera manera disociada de percibir, donde nos sentimos atacados ante las frustraciones y nos predisponemos para la huída o al ataque. El llanto frenético del bebé que no puede ser consolado por la madre es una expresión de ese ataque. Cuando un niño no expresa su enojo por la frustración puede tener una conducta de huída del mundo y quedarse dormido o quedar sin respuesta con angustia en su cuerpo.

A lo largo de toda esta etapa permanecemos en un circuito vicioso que se retroalimenta permanentemente entre ese miedo al mundo, que percibimos  amenazante, y las conductas de evitación o agresión que instrumentamos.

En una segunda posición  perceptual más integrada, sentimos miedo al abandono, que nos lleva a responder con la conducta del aferramiento.

El bebe busca con su mirada el rostro de su madre y sonríe, sintiendo en ese encuentro el reaseguro de su existencia.

Cuando tenemos miedo a perder nuestra fuente de amor y provisión, nos aferramos a ella como mecanismo de supervivencia. En los primates existe un reflejo de prensión en el bebé que lo hace aferrarse a los pelos de la madre y poder emprender la marcha ni bien se completa el nacimiento, así ambos se ponen a salvo de los depredadores que han olfateado la sangre del parto.

Los hombres hemos perdido el pelo (pero no las mañas), nos hemos convertido en sedentarios y defendemos el territorio, perdimos la fuerza prensil en las manos pero no el reflejo de aferramiento (el bebe  cierra su manito al ofrecerle un dedo pero no puede sostener el peso de su cuerpo cuando lo levantamos  desde allí).

Frente al miedo hacemos una apnea que retiene y bloquea la entrada de aire como cuando estábamos en el útero. El bebé humano pierde al tiempo el reflejo de la apnea pero no el hábito de detener la respiración cuando teme, así nos aferramos  a la vida conservando el aliento.

Más tarde esta huella de retención se usará para construir

pensamientos, sentimientos y/o conductas repetitivos

que nos sirven de anillos de seguridad para no sentir miedo,

consiguiendo cierta protección momentánea

pero perdemos en este acto la posibilidad de registrar el peligro,

perdemos el valor del miedo como señal.

Ambos circuitos, el de huída o ataque y el de aferramiento, se comportan como ciclos viciosos donde se retroalimenta continuamente el miedo sin registrar nuevos caminos. Esta manera de responder se encuentra arraigada estructuralmente en nuestra especie como en todos los mamíferos, dada la completa indefensión de nuestros primeros años de vida.

Vemos una secuencia madurativa en el sujeto que va desde el primitivo miedo al ataque, con la percepción fragmentada, hasta el miedo a la pérdida cuando realiza una integración perceptual que le permite el siguiente paso evolutivo.

Es el vínculo con la madre a través de sus cuidados amorosos lo que va instalando en el niño una Confianza Básica, que promueve la maduración psíquica,  integrando primero la percepción disociada y luego lo estimula a acercarse activamente hacia lo que desea (reptando y gateando se lleva literalmente el mundo a la boca) y más adelante a dar sus primeros pasos por el mundo.

Ciclo de afirmación

Los mamíferos desarrollan el mundo emocional como agregado evolutivo para las especies, cada una de las emociones cumple una función vital, la primera es la capacidad de registrar el miedo como una señal de alarma ante el peligro.

En los humanos, el punto de inflexión entre percibir al miedo como desorganizante, a poder verlo como una señal de alarma es un período crítico con idas y vueltas y plagado de ansiedades pero es el comienzo de nuestra gran aventura, comienza allí un ciclo de afirmación donde vamos adquiriendo hábitos, desplegando habilidades potenciales y probando nuestras fuerzas.

A medida que se repiten las experiencias, podemos ver como sobrevivimos aún en la indefensión, vamos afirmándonos en la potencia hasta obtener poder y llegamos a convertirnos en los mayores depredadores del planeta.

A lo largo de este ciclo podemos reconocer algunas estaciones que nuclean la conducta, el pensamiento y los afectos. Cada una de estas estaciones implica determinadas actitudes, un cierto patrón de respuestas frente a la realidad y sus vínculos, y también una cierta acumulación de energía condensada que va conformando identidad.

En el primer ciclo (Supervivencia), a través de continuas experiencias de necesidad, satisfacción, y también de frustración y nuevos intentos, vamos  madurando perceptualmente al mismo tiempo que se completa nuestro sistema nervioso. Hardware y software se complementan en forma interdependiente, sistema nervioso y aparato psíquico generan una unidad funcional.

Dijimos que al ir integrando las experiencias nos damos cuenta que aquella madre que nos protegía y saciaba las necesidades básicas para sobrevivir, la que nos trataba amorosamente, era la misma que nos dejaba llorar, sentía frustración e intolerancia al no poder contenernos y aún también era a quien atribuíamos maldad cuando sentíamos dolor y ella no nos calmaba de inmediato.

A pesar de lo conflictivo de ese vínculo, desarrollamos un grado de Confianza Básica que va operando como una piel protectora, un huevo que nos permite constreñir el miedo, y por momentos  nos alejamos de la madre, movidos por una innata curiosidad.

En tensión con esa confianza, organizamos un complejo conjunto de sensaciones ambivalentes: culpa por haberla odiado, tristeza por descubrir su falibilidad y entonces nace la noción  de separatividad.  Por primera vez nos discriminamos de ella, comienza el yo /tú.

Esta separatividad nos produce un temblor, (el miedo sigue adentro en forma constitutiva por ser mamíferos) registramos la soledad y lo diferente, hay una distancia, un borde entre el mundo y nosotros.

Ese registro tiene un correlato en la sensación de caída que muchas veces experimentamos en los sueños.  Una falta de continencia que nos hace sentir  “se me mueve el piso”.

En lo corporal este momento coincide con la secuencia que va desde incorporarnos sobre nuestras piernas hasta aprender a caminar.  Después de varias caídas, aprendemos a separarnos de lo que tememos y acercarnos a lo que deseamos.

Para poder encontrar nuestro camino hasta la próxima estación evolutiva tendremos que enfocar la conciencia y jugar las tensiones hasta comprender lo que la etapa nos enseña. Aprendemos a controlar esfínteres y a tomar y soltar los objetos en forma activa, a decir “no” y a desplazarnos ampliando nuestro territorio.

Decir no es el primer acto para dignificar los bordes del sujeto,

viene acompañado de un salto cualitativo en la movilidad,

aprendemos a acercarnos y alejarnos de las cosas.

Aquí la conciencia está centrada en la capacidad que tenemos para poner límites en el intento de control del mundo, límites entre el adentro y el afuera y límites que nos ponen desde afuera para acotar nuestra expansión.

Cuando esos límites se han introyectado suficientemente, y desarrollamos habilidades motrices emocionales e intelectivas, sentimos nuestros primeros soportes de la identidad, lo que a su vez nos posibilita adquirir diversos grados de independencia.

Para conocer la medida y fortalecer esos soportes internos debemos poner en práctica la confrontación dentro de contextos amorosos.

El confrontar, “enfrentarnos con”, nos devuelve un testimonio genuino de aquello que podemos y aquello que no podemos realizar con las fuerzas que contamos.

Si evitamos las confrontaciones con los padres no podremos contrastar sus creencias y valores con nuestra propia experiencia.

Si no confrontamos con nuestros pares, no podremos darnos cuenta cual es la posición que ocupamos en los grupos de acuerdo a nuestras habilidades y tampoco reconocer cual es la propia singularidad.

Entonces, sin esa medida de lo posible, frase acuñada por Fernando Ulloa, generamos soportes ilusorios en nuestro imaginario, y nos manejaremos con modelos absolutos e idealizados.

Esta etapa de confrontación, nos remite nuevamente a los miedos que organizan la conciencia completando el ciclo de afirmación.

Transcurrimos por este circuito una y otra vez

durante la infancia y la adolescencia

y en cada oportunidad en que volvemos a afirmarnos.

Nos estancamos a veces en este ciclo convirtiéndolo en un círculo vicioso, buscando permanente confirmación y seguridad.

El reconocimiento de los soportes nos da fuerza para seguir el camino tolerando las tensiones internas y demorando la descarga.   Encontramos así algunas claves para el crecimiento que buscamos desarrollar:

Aprendemos a temblar al sentir miedo,

sin interrumpirnos, continuando con la respiración,

experimentamos la sensación de caída en la pérdida y recuperación del equilibrio

y contactamos con los límites experimentando en los bordes de lo conocido.

Ciclo de aprendizaje

Nacemos vulnerables e indefensos

y en esa incompletitud radica nuestro máximo potencial:

la capacidad de adaptación y aprendizaje.

En inglés existe una clara distinción entre la palabra “game” que alude a los juegos competitivos y la palabra “play” que es la actividad donde el énfasis esta puesto en el gozo del jugar mismo, en éstos últimos se lleva a cabo una confrontación amorosa y excitante que vitaliza a todos los contrincantes.

Es en esta segunda acepción del jugar desde donde propongo sostener la tensión de las exploraciones y confrontaciones que realizamos.

A partir de un número adecuado de confrontaciones donde podemos experimentar la potencia real en ese momento determinado, aprendemos a perder como parte del aprendizaje  y  finalmente aprendemos a jugar.

Cuando podemos aprender esas reglas de juego, disminuye el uso de la confrontación constante con otros para confirmarnos. Esta confrontación nos ha fortalecido y adquirimos  confianza interna en las propias fuerzas. La Confianza Básica que nos dio el vínculo amoroso con la persona que realizó el maternaje, se ha desplegado durante el ciclo de afirmación en habilidades que hemos introyectado. Ahora confiamos en nosotros mismos. Acabamos de iniciar una espiral de crecimiento, un ciclo de aprendizaje.

Esta confianza no solo se apoya en las propias fuerzas sino también en la comprensión de los ciclos de la vida, en la percepción de cierto orden que rige los procesos en el universo. Nos encontramos en este estadio de confianza cuando describimos estados afectivos de felicidad, integración, serenidad, expansión, alegría y esperanza.

Desde aquí es posible la apertura hacia lo nuevo, hacia convivir con las diferencias, a lanzarnos una y otra vez por territorios desconocidos sin creer en los miedos del pasado como determinantes, y cuando inevitablemente sintamos nuevamente temor, aceptar el temblor como señal de alarma, como señal de que estamos vivos, como señal de nuestra condición humana.

Es recién en esta estación donde conceptos como Creatividad, Libertad y Espontaneidad cobran su sentido más profundo. Compartimos con el resto de los mamíferos los patrones de respuestas adaptativas de los dos Ciclos anteriores pero es recién en el Ciclo de Aprendizaje donde aparecen alternativas que diferencian a la especie humana.

Es cierto también que cada día se descubren otras especies con lenguaje, con aspectos culturales como los primates y hasta autopercepción como los elefantes, pero la brecha del aprendizaje es muy pequeña, aún entre los humanos. Estamos tan condicionados en las respuestas por los patrones adquiridos con el éxito y la repetición sistemática por la especie que queda una ventana muy estrecha para el pensamiento creativo, el acto espontáneo y la decisión conciente y libre.

Quiero enfatizar un paso crucial en estos ciclos:  es el que va del miedo a la sensación de caída.

Allí es donde radica el primer acto de libertad,

si aprendemos a temblar

y no reaccionamos con respuestas conocidas,

si somos capaces de sostener la tensión

y obramos con curiosidad ante lo que sucede,

estaremos en condiciones de explorar amorosamente el Universo,

tanto dentro como fuera de nosotros mismos.

                                                                                                                                                                                     Raúl Noceti

TEM, Un abordaje Corporal en Psicoterapia

May 9, 2010

He llamado Transformación en Movimiento, TEM, a un abordaje corporal de la psicoterapia que trataré de describir, alternando pinceladas conceptuales con algunos relatos vivenciales del trabajo.

Transformación devela el propósito psicoterapéutico: un cambio en algún estado de cosas, un estado afectivo, un modo vincular, un valor cultural etc. En Movimiento alude al modo en que estas transformaciones se realizan.  La realidad cambia continuamente y nosotros somos los protagonistas activos de ese cambio, utilizando el movimiento corporal como palanca de transformación.

Quienes venimos trabajando con metodologías de acción en psicoterapia reconocimos hace tiempo que no era suficiente el hacer conciente lo inconciente para producir un cambio de conducta. Así reconocimos en Perls, Moreno, Jung, Reich, Lowen, a los maestros que nos abrieron el camino más allá de Freud hacia la utilización de otros recursos integradores del pensamiento, el afecto y la acción. El Darse Cuenta Continuo, la responsabilidad del Sujeto y el compromiso con su realidad, el aquí y ahora como único momento de la existencia y el cuerpo como el lugar donde se manifiesta la energía vital. El abordaje corporal posibilita el soporte material para que las transformaciones se sostengan en el tiempo creando nuevos hábitos y canales de expresión.

El sistema que propongo parte de la percepción como primera herramienta de trabajo para luego ensayar modos de manifestarnos creativamente en los diferentes contextos. En ese ir y venir entre percepción y manifestación vamos creando nuevos mundos, desplegamos el alma (psique) que se encontraba latente en estado de capullo, envuelta por los programas socioculturales y psicológicos que nos protegían y condicionaban desde la infancia.

La percepción enfoca alternadamente tres dominios: lenguaje, afectividad y sensorialidad corporal.  Este es el andamiaje subjetivo desde el que construimos los marcos de referencia y sistemas de creencia con que nos movemos en el mundo. En el trabajo TEM, expandimos esos referentes reemplazando creencia por experiencia, probando movimientos, gestos, actitudes diferentes a los acostumbrados o pautados. Cambiando el punto de vista, demorando los juicios, aportamos datos nuevos para luego procesarlos reflexivamente.

Otra herramienta conceptual es la distinción de cinco campos o niveles de manifestación, (nivel corporal, nivel psicológico intrapsíquico, nivel psicológico vincular, nivel sociocultural y nivel transpersonal). Las tensiones internas de cada campo se expresan con códigos propios de cada nivel y es conveniente reconocer las diferencias y sutilezas de los lenguajes al traducir de un nivel a otro las experiencias (Ej. Tensiones y sensaciones en el cuerpo no hablan el mismo idioma que las interacciones vinculares).

“En el salón hay penumbra. La música acompaña un cuerpo que se despliega desde el piso hacia la verticalidad. Va liberando sus piernas articuladas, reconociendo la cadera como el asiento y la fuente del movimiento, una columna se reconoce flexible. Los hombros sueltan su tensión, los brazos reconocen su raíz en los omóplatos…” R.

El sujeto que habita ese cuerpo, es un sistema holístico que danza su manifestación y se apropia de las formas que crea, ese lenguaje enriquecido le brinda el soporte necesario para transformar los otros niveles en que despliega su existencia.

“Interactuamos con el espacio, el tiempo y la música, exploramos los diferentes grados de libertad que nos vamos permitiendo… El espacio deja de ser el piso de madera, aparecen las paredes verticales, las barras, una columna en el centro se convierte en tótem, cada retazo del salón es otro mundo con quien nuestro cuerpo interactúa…el tiempo a veces se demora, se detiene en un objeto nuevo…ahora escucho el protagonismo de un ritmo que me propone mayor vitalidad…me incorporo, reconozco la fuerza en mis piernas.”J.

Cuando vemos reaparecer una y otra vez las viejas matrices vinculares, podemos ensayar cambios, actualizar sus modos. Entre los descubrimientos satisfactorios y el reconocimiento de diversos límites vamos construyendo los nuevos bordes, una versión recreada, más flexible y operativa de nosotros mismos.

“Después de un rato me doy cuenta de mis compañeros, estaban allí, los presentía, pero mi foco era mi propio cansancio, relajarme, volver a mi. José gira alrededor de Maria, hay un juego de gato y ratón…quisiera incluirme… no sé como…” G.

El contexto de trabajo es un gran escenario donde se despliegan varias tramas paralelas a través de los cuerpos en movimiento, los procesos son individuales en un medio grupal. Por momentos esas tramas se entrecruzan dando posibilidad a juegos vinculares, a veces espontáneos y otras inducidos por la propuesta de la música o dirigidos explícitamente por el coordinador.

Durante todo el viaje hay un recurso que nos acompaña como el hilo de Ariadna en este laberinto del vivir en conciencia, ese hilo es la respiración.

Somos una conciencia que respira. Ese oxigeno alimenta el sol interior de cada sujeto, el centro cardiaco desde donde contemplamos sin juicio, sin dar crédito ni poder, tanto a los momentos de exaltación que transitamos como a los temores a los territorios desconocidos que recorremos.

El soporte de la persona se asienta de  a poco en un protagonismo activo que toma los riesgos del vivir. Proponemos sostener la tensión vital en lugar de buscar soluciones rápidas a los problemas y conflictos que nos aquejan, o disminuir la vitalidad (un recurso usado frecuentemente para evitar el dolor).

Es habitual percibir que sobre el final del trabajo deviene el cansancio gozoso en el cuerpo y una alegría tranquila en el alma, debido al sostén y despliegue de esa tensión vital.

“La música se va aquietando, estamos terminando, siento alegría, pensar que hoy casi no vengo…estaba tan cansada…siempre me pregunto ¿dónde se fue el cansancio? Coloco las piernas apoyadas en la pared para elongar, estoy serena, respiro mejor” C.

En el cierre de cada experiencia propongo la circulación de la palabra donde se comparta lo vivenciado en un intercambio sin opinión ni juicios, propios o ajenos. Son palabras en borrador, que abren más que cerrar, para no apresurarnos a construir mapas groseros de territorios tan vastos.

La propuesta va más allá del trabajo corporal, siendo éste su modo operativo, y también esta propuesta se diferencia de ser solo un método psicoterapéutico, es un contexto de aprendizaje, de crecimiento, TEM, es un intento evolutivo donde propongo jugar con las variables de la construcción de subjetividad en tramas vinculares.

Raúl Noceti

Conferencia Gratuita en Madrid

febrero 16, 2009

Para difundir el trabajo que venimos realizando, daremos una

                    conferencia gratuita

en

 Madrid, España el dia Viernes 24 de Abril 

 a las 1930hs sobre

Transformación en Movimiento:

         Un abordaje Corporal en Psicoterapia

Inscripción: transfomacionenmovimiento@gmail.com

Sección Cuentos Cortos

enero 1, 2009

Comenzando de Nuevo

 

Aquella mañana Roak se levantó preocupado: el sueño recién soñado se le escurría rápidamente a medida que despertaba.

A veces imaginaba ambos mundos habitados por criaturas condenadas a rozarse solo en los umbrales, en los crepúsculos.

En la ducha, mientras el agua daba forma a su cuerpo —ese era su ritual matutino para encarnar del todo—, recuperó algunas hilachas del sueño.

Una niña vestida de blanco corría descalza delante de él. Cada tanto se daba vueltas, sonriente, divertida al ver que él no podía alcanzarla…luego se perdía en la bruma.

Pensó que su hija Dana ya era una mujer. Quizás él no le había trasmitido las cosas de la vida que sentía que eran importantes, por lo menos no con palabras. Aunque bien sabemos que las cosas importantes no se dicen con palabras.

Un padre siempre es torpe, siempre llega tarde con sus advertencias, siempre cuando las cosas ya sucedieron.

Es así. Demasiado ocupado por mantener la barca a flote, y recordando al Mago de Terramar coser con magia las tablas de su barca en la tormenta, creyó que eso era lo fundamental. Distraído él en sobrevivir, sus hijas crecían y él no las disfrutaba.

Roak tenía un sentido épico de la vida, siempre con moño. Daphne, su mujer, parecía hablar dentro de su cabeza anticipándose a sus pensamientos. Ella fue quien le propuso esa manera de acercarse: en un viaje tendrían que compartir momentos, la oportunidad para trasmitirle lo que deseaba.

Le vinieron sentimientos contradictorios: era cierto que habría tiempo para conversar, y precisamente, esa escena, la del tiempo. se le apareció como vacía. ¿Y si cada uno se refugiaba en su pequeño mundo de seguridad y no encontraban el puente para encontrarse?

Podría pasarles porque Dana y él eran expertos en blindar sus emociones y volverse crípticos para el resto. Miedo y Orgullo. Un orgullo que ni siquiera permitía el registro del miedo.

Aquel sería entonces uno más de esos viajes en paralelo que la vida nos tiene acostumbrados, eso sí: con pequeños puntos de contacto.

 

¿No era así el registro frecuente que tenía? La imagen del Martín, de El Túnel de Sábato,  hundido en sus penumbras,  viendo solo de a ratos a María a través de las pequeñas ventanas del techo, mientras avanzaba por el túnel oscuro casi sin esperanzas.

 

Es increíble como las imágenes de los libros de la adolescencia nos prestan formas para dar cuenta de las cosas en esa etapa tan turbulenta e indescifrable. Luego, las formas quedan allí, nostálgicas, esperando que el estado se repita para cumplir nuevamente su función de maestras ciruela. ¿Por qué no quedan tan pregnadas otras escenas más actuales?

Se preguntó por que motivo cambiaría ese patrón de orgullo, miedo y encierro en este viaje, ¿basta solo tener conciencia para poder cambiar?…

(como continuarías este cuento? te invito a realizar un cuento colectivo a traves del blog… escribilo como comentario y yo agrego la continuación…)

 

Transformación para el Encuentro

diciembre 8, 2008

 Convocatoria 2010

Transformación

 para

        el  Encuentro

 Una exploración del Vínculo entre las energías

 Masculina y Femenina

Ciclo2010

Doce Encuentros entre Mayo y Octubre

a realizarse en Buenos Aires , Argentina

Coordinadores Raúl Noceti- Jorge Murdocca

Frecuencia quincenal,  Viernes 19:30 a 22:30hs.

  Cupos limitados

Abierta la Inscripción – Solicitar entrevista

 más información transformacionenmovimiento@gmail.com

Espacio TEM de Exploración y Crecimiento

diciembre 8, 2008

¿Qué es Transformación en Movimiento, TEM?

TEM, es un abordaje corporal en psicoterapia, una práctica de Movimiento Corporal que despliega los distintos Niveles de Manifestación de la complejidad humana:   

Desde lo corporal en toda su vitalidad, lo psicológico en la dinámica de sus personajes, lo vincular en los juegos complementarios hasta lo transpersonal en la trama arquetípica.

A través del movimiento corporal, en sincronía con el cambio constante que nos depara la vida, este trabajo promueve la fluctuación de la conciencia oscilando entre la identificación y el distanciamiento para el reconocimiento y el despliegue del mundo interno.

Su práctica es Gestalt en Movimiento, el awarness o darse cuenta contínuo en un pulsar entre manifestación y percepción.

La emisión del sonido de la voz en la meditación es utilizada como una palanca de transformación hacia niveles de mayor integración y plenitud. Así se van engarzando distintos modos de sostener la tensión creativa para habitar en conciencia los múltiples mundos a los que pertenecemos y somos co-creadores.

Espacios TEM de Exploración y Crecimiento

Coordinación Raúl Noceti
Jueves 18:00 a 19:30hspies1  y de 19:30 a 2100hs
 
 
 
Informes e Inscripción ranoceti@gmail.com

Raúl Noceti, trayectoria

diciembre 8, 2008
raul
Es Psicólogo Clínico y ejerce la Psicoterapia desde hace 30 años, complementando en su práctica el Psicodrama, el Enfoque Gestáltico y el Ensueño Dirigido.

En lo Institucional  es miembro de la AGBA (Asociación Gestáltica de Bs As.),  fue miembro fundador del Movimiento de Trabajadores Corporales (MOTRICS).

Trabaja en Intervenciones Institucionales. Perteneció al grupo H8 dirigido por el Dr. Fernando Ulloa y actualmente dirige la consultora RMGconsultores, dedicada al Desarrollo Personal y Organizacional.

En lo corporal su práctica se inicia antes de la actividad clínica; practicó seis años el sistema desarrollado por Fedora Aberastury,  luego durante veinte años el Sistema para el Desarrollo Armónico del Hombre del Instituto Río Abierto, formándose como instructor y ejerciendo durante quince años en ese Instituto.

Desde 1999 se ha dedicado a reconceptualizar sus diferentes prácticas como psicoterapeuta, dando nacimiento a una metodología integradora que ha denominado TEM, Transformación en Movimiento, que ha enseñado en Grupos y Seminarios de Aprendizaje en Argentina, Brasil, México y España y en la Escuela de Postgrado de la Asociación Gestáltica de Bs. As .

Transformación en Movimiento, TEM

diciembre 8, 2008

 

 TRANSFORMACIÓN EN MOVIMIENTO

TEM es un contexto  para probar conductas nuevas, posibilita un camino evolutivo donde la transformación se realiza percibiendo como estamos en el aquí y ahora para luego desplegar distintas maneras de manifestarnos a través del cuerpo y sus vínculos con el espacio, el tiempo y los otros.

 

La tarea del cambio se realiza a través de diferentes metodologías, que han ido tomando forma por la experiencia, son secuencias de movimientos, consignas con diferentes grados de libertad y complejidad.

Es una psicoterapia a través del movimiento corporal, la creatividad y la espontaneidad.